El Quijote le pertenece a los millones de lectores que lo enriquecen con una lectura creadora, cada lector es un personaje. La máxima obra cervantina, por su potencia genética, es un espejo múltiple de la humanidad, pues es un manantial inagotable de profundidad, ingenio y donaire. El libro habla, le transmite al lector un mensaje muy personal. Don Quijote y Sancho son personajes dialécticos, polos dramáticos que armaonizan sus diferencias en un juego de extrañas ambiguedadas; ambos son variantes del hombre universal. El idealismo poético y el realismo pragmático se unen en una acción de contrastes en la cual: lo ridículo y lo trágico, la verdad y la mentira se complementan en un texto autorreflexivo y autocrítico. La libertad es el núcleo vital y central del pensamiento cervantino, el heroísmo quijotesco enaltece la realidad que le rodea. La magia del Quijote nos ofrece una perspectiva inédita para leer una obra maravillosa.

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